martes, 23 de abril de 2013

Respetar nuestro corazón


Bueno, algunos ya sabéis quien soy, otros no... Pero eso no importa! Vengo a arrojar un poco de realidad a este blog, que se caracteriza por historias muy bonitas que nunca veo acabar y por ralladas.
Como ya he dicho, vengo a traer un poco de realidad. Allá va!

Vivimos en una sociedad extremista, en la cual hemos pasado de las relaciones permisivas a no tolerar a nada, exageramos cualquier mínimo detalle, si, me incluyo ¿Quien sería para hablaros de esto si no lo he vivido yo mismo? A lo que iba, no nos podemos permitir ser tan extremistas, porque para todo, los extremos son malos.
Nos gusta aquello que nos satisface rápido y cuesta poco, solemos aplicar esta filosofía en cosas banales pero por desgracia, muchos están empezando a aplicar con los sentimientos, con el amor.
Llegamos a un punto en el que nos planteamos lo siguiente:  ¿Para que me voy a comprometer con alguien si puedo satisfacerme de mis necesidades de forma puntual y solo cuando lo necesite? También pensamos que estando soltero es mucho más fácil, por el tema de que nos ahorramos complicaciones y problemas que son normales en cualquier relación.
Se llega a un punto en el que todo da igual, comenzamos y rompemos relaciones a nuestro antojo y nos excusamos con la idea de "todo se supera". Ya no le tenemos ese miedo a las rupturas, antes una ruptura suponía muchísimos quebraderos de cabeza, pero claro, como ahora todo se supera...

¡Me niego a que esto siga así! Cuando me comprometo con alguien, quiero mantener ese compromiso a no ser que algo grave pase, me refiero a infidelidades, maltratos, abusos, iras... cosas que demuestran que ya no existe amor en la relación.
Nos da pereza el compromiso, ya que toda elección conlleva algún tipo de renuncia y nunca queremos renunciar a nada, pensamos que estamos bien solos y no comprendemos ni valoramos todo lo que una pareja puede aportar a nuestra vida, una aportación que no te pueden dar los amigos ni la familia.

¿Por qué cada vez aguantamos menos?
Yo tengo la respuesta. Tenemos miedo, miedo a que nos hagan daño, miedo a pasar por situaciones que ya vivimos en el pasado.
Nos privamos de nuestra liberta, nos convertimos en prisioneros de nuestras experiencias.

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