sábado, 27 de abril de 2013

El amor

En el amor no podemos hacer caso a la lógica o al cerebro, si no, nos fallaríamos a nosotros mismos, no iríamos a por lo que queremos, por que en el amor, lo que queremos no siempre es lo más acertado.

Sinceramente no importa, una persona lo que quiere es a alguien que le saque una sonrisa, que al verla sienta un nudo en la garganta, cosquillas en el estómago, una sensación de superioridad que a la vez te rebaja, te rebaja a un nivel de humildad, bajas tus defensas ya que confías ciegamente en esa persona, el amor se basa en la confianza. Si hay una mínima duda, no hay amor, pueden haber sentimientos bonitos, puros, pero no precisamente amor.
Una conexión especial que hace que todo se vuelva muy simple, hasta el punto de ser automático,  porque llegados a ese punto, actúan los instintos amorosos, no hay que pararse a pensar que está bien o que está mal, porque se vuelve una rutina, una rutina en la cual esa persona se sorprende cada día más, te hace ver que no te has equivocado, que has tomado la decisión al apostar por esa relación.

Hay miles de formas de ver el amor y demostrarlo, ya sea por pequeños detalles o por situaciones extremas, en mi opinión, estas dos son las importantes. Cuando te ves entre la espada y la pared, muy pocos son los que realmente son capaces de sacrificar algo por esas personas, porque a la hora de la verdad, hay mucho cagon. La otra forma consiste en demostrarlo día a día en pequeños detalles, no sirve de nada, que pasar 3 días y al cuarto un sorpresón. No, el amor es mucho más, se basa en demostrar que tus sentimientos son puros, la gente se conforma con intentar demostrar que esos sentimientos que están, pero pocos son capaces de cuidar el detalle.

Puede que muchas veces, pienses estar enamorado, pero cuando realmente lo estás, estarás 100% seguro de ello.
No basta con hacer regalos o decir un millón de mariconadas, decir lo mucho que quieres a esa persona una y otra vez. Que te quiera como un novio, que se preocupe de ti como tu madre lo hace, hablar como los mejores amigos...

Un idiota te promete el mundo, un hombre sorprende.

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