Es curioso, la vida está llena de pequeños imprevistos: giros
inesperados, cambios repentinos, situaciones imprevisibles... pero nunca se
saben cuando llegan. Algunos pueden ser tan banales como equivocarte
de pie a la hora de ponerte los zapatos o encontrarte una moneda en el suelo,
otros son más trascendentales e influyen bastante en las personas, puede que
para bien o puede que para mal, el caso es que siempre los hay.
Ayer no tenía mi
mejor día, había dormido poco porque me estaba recuperando de un dolor de
barriga. Se me hizo tarde al salir de casa y encima no encontraba desde el día
anterior las llaves de casa así que al volver del instituto me dispuse a
buscarlas, pero no aparecieron, las había perdido, con las consecuencias que
eso conllevaba.
Así que estaba yo
tan tranquilo después de haber estado registrando mi casa durante horas para
ver si aparecían cuando un móvil sonó, el de mi padre, y me dijeron que era para
mí. Fue entonces cuando ocurrió uno de esos momentos que te cambian por
completo el esquema. Resulta que hace mucho tiempo había invitado amablemente a
unos amigos a que cuando quisieran vinieran a mi casa, así que me sorprendí
cuando escuché la voz de una amiga decirme que se dirigían a mi casa, sin
previo aviso, de repente. Estuve a punto de decirles que mejor otro día porque
no era el mejor momento, estaba buscando las llaves, tenía que hacer deberes y
recoger todo el desorden que mi infructífera búsqueda había provocado. Pero por
un extraño motivo que no alcanzo a comprender accedí a que vinieran (pidiendo
permiso antes) y salí de casa y me dirigí al parque en el que nos íbamos a
reunir mientras iba escuchando música y disfrutando del paisaje.
Luego toqué el
timbre de la casa de un amigo que vive cerca de mí y le dije que bajara, con lo
que fuimos cuatro personas en total y los invité a pasar a mi casa donde les
ofrecí comida y estuvimos un rato hasta que los dos amigos que me habían
llamado tenían que irse, así que los acompañamos.
El resto de la
tarde no la recuerdo muy bien a pesar de que fue ayer. Estuvimos paseando,
jugando con una botella de plástico y haciendo que el tapón saliera disparado,
empujándonos los unos a los otros contra un seto, tuvimos una dura batalla en
la que usamos como armas un paraguas y un zapato (rompí el paraguas, yo era el
que lo empuñaba), escuchando como sonaba el olor de la gasolina y, como no
podía faltar, jugando al maduro y lleno de valores juego de "coche amarillo"
entre. Lo que viene a ser una tarde cualquiera normal y corriente de mi vida.
Finalmente nos despedimos de los que se tenían que ir y mi amigo que vive cerca
y yo volvimos a casa, ya un poco tarde.
Puede que la gente
a veces nos mirara como si estuviésemos locos, pero la cosa es que no me
importó en absoluto. Había tenido un mal día y parecía que iba a ser igual
hasta que acabara cuando llegaron mis amigos y consiguieron darle la vuelta a
una tarde gris, que era justo lo que necesitaba. A veces nos ocurren cosas que
pueden ser buenas o malas y nunca se sabe cuándo puede pasar, pero la cuestión
es que siempre pasa, es algo que no se puede evitar, y a lo largo de nuestras
vidas nos veremos forzados a darnos cuenta más de una vez, pero no por ello hay
que desanimarse. Hay que pensar que igual que sin las cosas buenas no existen
las malas, sin las malas no existen las buenas y una situación que puede
parecer ser horrible, de repente se te puede convertir en una de las mejores de
tu vida.
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