domingo, 27 de octubre de 2013

Por fin tengo un ordenador decente y un área de estudio organizada. WIIIIII!!!! Así da gusto volver al trabajo ^.^

domingo, 13 de octubre de 2013

Mañanas de otoño

Y su mirada se detuvo en su castaño pelo. Observó con detenimiento el dorado brillo que producía el sol de otoño sobre su cabello, la forma en que le caía sobre la cara ocultándole tímidamente un ojo. Ojos del color del cielo que miraban distraídamente hacia el horizonte mientras se mordía con gracia el labio inferior, hasta que se posaron en los de él.

Rápidamente David se refugió entre las páginas del periódico que llevaba desplegado entre sus brazos unos diez minutos sin haber sido leído ni una sola vez. Fingió un especial interés por los encabezados de las crónicas periodísticas que tenía en sus manos. El momento se alargó durante lo que le pareció una eternidad, pues no era capaz de concentrarse en las letras que bailaban ante sus ojos. Su mirada estaba fijada en las tiras de papel, pero su mente estaba anclada en el recuerdo de la imagen que se encontraba más allá de las hojas escritas. Lentamente levantó la vista por encima de la noticia que tenía ante sí y para su sorpresa la encontró con la mirada clavada en él. Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro de la muchacha y David empezó a notar cómo le ardían las mejillas del sonrojo que le había causado. La chica se río, miró el reloj que portaba en la muñeca y, con mucho cuidado, apuró el café que tenía servido sobre la mesa y se incorporó para disponer a marcharse de la terraza. David observó de reojo como recogía un periódico idéntico al suyo, una carpeta con folios intentando escaparse de ella y una chaqueta y, tras dejar unas monedas en el plato sobre el que descansaba la taza vacía, se marchaba fugazmente mezclándose entre la masa de los transeúntes que caminaban con tranquilidad por la concurrida acera a esas horas de la mañana. Un extraño sentimiento de tristeza embargó al joven que, metódicamente, repitió los movimientos de la muchacha. Miró el reloj y observó que distaban diez minutos desde el fin de su tiempo de descanso y le quedaba medio jornal de trabajo por delante, así que tomó sus pertenencias y depositó el precio exacto de su café, del cual solo había tomado tres sorbos, en la mesa y levantó la vista dispuesto a comenzar su ruta hacia la oficina cuando la distinguió a lo lejos cruzando la calle y se quedó paralizado. Observó cómo se detenía y miraba hacia donde él se encontraba y, según le pareció a David, sonreía. Acto seguido volvió a confundirse entre la multitud y el chico volvió a poner los pies en la tierra y prosiguió su camino, aunque en su interior se sentía aún cercano al cielo.

Y con ese dulce pensamiento y una inocente sonrisa caminó por la concurrida calle y se fundió entre el gentío que caminaba con tranquilidad a esas horas bajo el sol de una cálida mañana de otoño.


jueves, 3 de octubre de 2013

¿Mi mayor deseo?

Poder tener el poder para mandar a la mierda a todo aquel que busque aprovecharse de la desgracia ajena en esta desgracia de sistema.