jueves, 25 de octubre de 2012

viernes, 19 de octubre de 2012

domingo, 14 de octubre de 2012

Crónica de un escritor olvidado


Y se despertó tras un corto e irónicamente agotador descanso. Una vez más se había pasado la mitad de la noche en vela dándole vueltas en la cabeza a temas que hace un tiempo él hubiese calificado como de poca o ninguna importancia. Ahora se lo replanteaba todo, hasta lo más banal.

" Total, me sobra tiempo para hacerlo" pensó.

Y tras ese breve pensamiento se levantó de la cama con gran esfuerzo y se calzó sus viejas y desgastadas zapatillas que usaba para andar por casa. No recordaba cuando había decidido que era oportuno dormir en el ático de la casa, pero cada vez que tenía que levantar la trampilla del suelo y bajar esas incómodas escaleras se replanteaba su gran idea.

Aun así bajó como cualquier otro día para prepararse su rutinario café de la mañana, uno de los pocos placeres que se podía permitir disfrutar de la vida.

Entró en la cocina y sacó una taza del pequeño mueble anclado a la pared. Luego preparó la cafetera y se preparó unas tostadas con mantequilla mientras esperaba a que se hiciera el café y se sentó en una vieja silla de madera dispuesto a comérselas.

En verdad la casa no estaba mal. Tenía dos pisos y el ático y era de tres habitaciones y tres baños más el salón y el despacho. Tranquilamente podía vivir una familia entera ahí, pero en aquella casa solo vivía él.
Decidió subirse el café de nuevo al ático, ya nunca usaba el despacho para nada.

"¿ Para qué lo voy a usar?"

Así que subió a la habitación de los trastos olvidados con los que dormía cada noche. En verdad el ático ocupaba casi como una planta más, así que había hueco de sobra para todas aquellas cosas olvidadas, incluido él.

Lo había acondicionado todo muy bien. Disponía de una mesa de madera, con su lámpara reposando encima, sus cuadernos, bolígrafos, portátil y unas cuantas notas a las que nunca hacía caso. Empotrada en una pared se encontraba su cama con las sábanas revueltas, no recordaba como en su día había conseguido subir su vieja cama ahí, ni por qué se decidió cambiarla. También disponía de un gran armario donde guardaba un par de prendas sueltas y una silla donde colgaba la ropa sucia que siempre se quitaba la noche anterior y dejaba reposando ahí, además de la otra silla que utilizaba cuando se sentaba en el escritorio. Todo lo demás era en su mayoría objetos inservibles, recuerdos almacenados en viejas cajas de cartón o baúles oxidados y muebles antiguos cubiertos por largas sábanas blancas para protegerlos del polvo y de la humedad.

"¿ Por qué se guardan y se cuidan si se supone que nunca se van a volver a usar? "

Era algo que no terminaba de comprender, aunque casualmente le había venido bien ya que precisamente él les estaba empezando a dar uso de nuevo.

Se preguntó que más cosas que en su día había desechado podía volver a usar y empezó a revisar uno por uno todos los objetos de la habitación. Una bicicleta que estaba cubierta por una capa de polvo que se había ido acumulando con los años, álbumes de fotos, pilas de libros que no pensaba volver a leerse, una antigua máquina de escribir...

Una antigua máquina de escribir, la máquina de escribir que en su día había pertenecido a su abuelo, recordó cuando era un chiquillo y la tuvo por primera vez en sus manos. Relucía y podía apreciarse sin problemas la tonalidad verde mar apagado, ahora era una suerte que todavía conservara el color.

Tenerla ante sus ojos de nuevo hizo revivir en su memoria recuerdos de un tiempo lejano, un tiempo en que soñaba con escribir. Primero escribió por probar, por ver como era. Al ver que le gustaba y que no se le daba mal decidió tomárselo más en serio y al cabo de un tiempo tenía un gran cuaderno y su bolígrafo de escritor, un bolígrafo artesanal de madera que bien podría haber sido la envidia de cualquiera, venía con su estuche de madera también incluido. Luego le regalaron un cuaderno de bolsillo que llevaba a todos lados y donde apuntaba todo lo que se le ocurría, pero con el tiempo le terminó resultando incómodo estar cargando con él. Finalmente se adaptó a las nuevas tecnologías y comprendió que le resultaba mas rentable escribir por ordenador, y por último perdió el interés con los años y su afición por escribir y llegar a ser un escritor de éxito pasó a ser un sueño más de su vida sin cumplir.

Pero ahora volvía a tener esa ilusión en sus manos y pensó: " ¿ Por qué no?" y se dispuso a escribir.

Sentado en la silla con la máquina sobre el escritorio las frases empezaron a acudir a su mente. Cogió una hoja de papel del montón que reposaba en una esquina y comenzó a pulsar suavemente cada una de las pequeñas teclas circulares. Escribir lo envolvía en su propio mundo, lo aislaba de todo lo demás y, durante un corto período de tiempo, se sentía libre y en paz.

Empezó a escribir sobre un hombre que se despertaba tras un agotador sueño y se disponía a comenzar su día a día, mientras iba pensando en lo a gusto que se sentía volviendo a reflejar en un papel sus profundos pensamientos, no comprendía por que había dejado de escribir en su día.

Se paró.¿Cómo podía continuar?  Ah, ya sabía.

" Un repiqueteo empezó a sonar por toda la casa, a través de la cristalera teñida de blanco que dejaba pasar parte de la luz del exterior, pudo comprobar que unas grandes gotas de agua estaban chocando contra el cristal, había empezado a llover..."

Si, esa frase le gustaba, quedaría muy bien. Aún no sabía que iba a hacer con lo que estaba escribiendo, pero estaba disfrutando mucho y lo quería continuar.

De repente empezó a oír un ruido suave que pronto se volvió más y más intenso, y que llegó acompañado de algún que otro trueno, estaba lloviendo.

" Que causalidad, bueno, voy a seguir escribiendo. El hombre..."

Y siguió contando la historia que tenía en mente, describió al personaje principal, seguido de la habitación donde se encontraba, y algún que otro detalle suelto más. ¿ Qué haría cuando terminara? No se había planteado hacer algo aquel día, igual que el día anterior, y el anterior, y el anterior...

" Y mientras el hombre estaba sumido en sus pensamientos, el teléfono comenzó a sonar..."

Puede que tuviese que buscarse algo que hacer, no quería pasarse más días hundido en la oscura monotonía en la que se había instalado sin más objetivo que despertarse por la mañana para acostarse por la noche y despertarse un día más.

Riiiing, riiiing

La sala fue invadida por el sonido de un teléfono que resonaba a lo lejos en algún rincón de su casa. Sería de la compañía telefónica, o algún vendedor que quisiera venderle un producto, o tal vez hasta alguien de su familia, hacía tiempo que no hablaba con nadie, tal vez podrían estar preocupados, quien sabe. El caso es, que no se levantó para cogerlo y dejó que sonara hasta que el ruido cesó, estaba demasiado ocupado escribiendo.

" ... de repente sonó el timbre de la puerta y se levantó de la silla. No sabía quien podía ser a esas horas, en verdad no sabía quien podía ser a cualquier hora, no esperaba visita, nunca esperaba visita. Se puso un   grueso abrigo pues pensaba que en la calle iba a hacer frío y acto seguido recorrió toda la casa hasta llegar a la puerta de entrada y la abrió. Nadie, en la entrada no había nadie. Miró a través de la suave cortina de agua pero no distinguió ninguna figura ni al principio ni al final de la calle, tendría que haber sido algún gracioso. Iba a volver a entrar cuando su vista se posó en una caja rectangular de cartón sellada por celo, que descansaba en el felpudo de la entrada. Que raro, tendría que haber sido el cartero, aunque a esa hora nunca pasaba. Además el paquete no llevaba escrito ninguna dirección remitente, ni siquiera llevaba su propia dirección y tampoco llevaba sello alguno que al menos pudiera decirle de que país venía. Volvió a asomarse a la calle, pero no había nada excepto filas de coches y charcos en mitad de la carretera, no había ni un alma merodeando por ahí, ni siquiera un vecino, debían de estar todos en sus casas refugiándose de la lluvia. Puesto que no consiguió ver a nadie, y no estaba dispuesto a quedarse en el umbral de la puerta congelándose de frío, cogió el paquete y entró. Lo que él no sabía era que ese paquete no había llegado a su casa por casualidad, escondía un secreto que iba a hacer que su vida cambiara por completo, y su historia no había hecho más que comenzar."

No sabría decir cuantas horas llevaba ya sentado ante el papel escribiendo sin parar pero a través de la ventana podía fijarse en como a través de las nubes grises cada vez penetraba menos luz, debía de estar ya anocheciendo, aunque era difícil de decir porque seguía lloviendo sin parar. Se levantó por fin de la silla y un leve dolor le recorrió el cuerpo, si que debía de haber estado un buen tiempo sentado. No tenía hambre y tampoco se sentía cansado, pero aun así se dirigió a la cama con la intención de acostarse de nuevo cuando el timbre de la casa sonó. Era demasiado tarde para que alguien le estuviera tocando a esas horas, le irritaba muchísimo tener que ir a mirar quien era, pero por otra parte estaba lloviendo y quienquiera que estuviera fuera se debía de estar empapando así que se abrigó y bajó por las escaleras del ático.

Anduvo por un pasillo hasta llegar a unas escaleras de madera que bajaban hacia el salón y bajó por ellas. Al llegar a la planta baja empezó a caminar por otro pasillo donde había viejos marcos de fotos colgados en la pared que prefirió no mirar y cuando al fin llegó a la entrada, muy a su pesar, abrió la puerta para encontrarse con la sorpresa de que no había nadie. Aunque tampoco le resultaba tan sorprendente... Afuera era tan de noche que aunque hubiese habido alguien a menos de tres metros esperándole, no lo hubiese visto. La lluvia había amainado un poco, así que decidió salir a mirar si la persona que había tocado se encontraba aún en la calle cuando sus pies tropezaron  y casi se llega a caer de boca por la pequeña escalinata de madera que precedía a su casa de no haber puesto los brazos por delante. Se levantó con cuidado por si se había hecho daño y recorrió con la vista la calle de principio a fin, no vio nada ni nadie así que dio media vuelta y se dispuso a entrar en la casa cuando vio algo tendido en el suelo. Se acercó más para ver si era lo que él creía y cuando lo tuvo ante sus ojos lo comprobó. Ante él, tirado en el suelo, había una caja de cartón pequeña con salpicaduras de agua de haber sido mojada por la lluvia. Era incapaz de describir lo sorprendido que estaba, no podía estar pasando, debía de tratarse de una gran casualidad, porque si no lo era... Preocupado,la miró más de cerca y finalmente la cogió.

" Y su historia no había hecho más que comenzar."


jueves, 4 de octubre de 2012

Una tarde cualquiera



Es curioso, la vida está llena de pequeños imprevistos: giros inesperados, cambios repentinos, situaciones imprevisibles... pero nunca se saben cuando llegan. Algunos pueden ser tan banales como equivocarte de pie a la hora de ponerte los zapatos o encontrarte una moneda en el suelo, otros son más trascendentales e influyen bastante en las personas, puede que para bien o puede que para mal, el caso es que siempre los hay.

Ayer no tenía mi mejor día, había dormido poco porque me estaba recuperando de un dolor de barriga. Se me hizo tarde al salir de casa y encima no encontraba desde el día anterior las llaves de casa así que al volver del instituto me dispuse a buscarlas, pero no aparecieron, las había perdido, con las consecuencias que eso conllevaba.

Así que estaba yo tan tranquilo después de haber estado registrando mi casa durante horas para ver si aparecían cuando un móvil sonó, el de mi padre, y me dijeron que era para mí. Fue entonces cuando ocurrió uno de esos momentos que te cambian por completo el esquema. Resulta que hace mucho tiempo había invitado amablemente a unos amigos a que cuando quisieran vinieran a mi casa, así que me sorprendí cuando escuché la voz de una amiga decirme que se dirigían a mi casa, sin previo aviso, de repente. Estuve a punto de decirles que mejor otro día porque no era el mejor momento, estaba buscando las llaves, tenía que hacer deberes y recoger todo el desorden que mi infructífera búsqueda había provocado. Pero por un extraño motivo que no alcanzo a comprender accedí a que vinieran (pidiendo permiso antes) y salí de casa y me dirigí al parque en el que nos íbamos a reunir mientras iba escuchando música y disfrutando del paisaje.

Luego toqué el timbre de la casa de un amigo que vive cerca de mí y le dije que bajara, con lo que fuimos cuatro personas en total y los invité a pasar a mi casa donde les ofrecí comida y estuvimos un rato hasta que los dos amigos que me habían llamado tenían que irse, así que los acompañamos.

El resto de la tarde no la recuerdo muy bien a pesar de que fue ayer. Estuvimos paseando, jugando con una botella de plástico y haciendo que el tapón saliera disparado, empujándonos los unos a los otros contra un seto, tuvimos una dura batalla en la que usamos como armas un paraguas y un zapato (rompí el paraguas, yo era el que lo empuñaba), escuchando como sonaba el olor de la gasolina y, como no podía faltar, jugando al maduro y lleno de valores juego de "coche amarillo" entre. Lo que viene a ser una tarde cualquiera normal y corriente de mi vida. Finalmente nos despedimos de los que se tenían que ir y mi amigo que vive cerca y yo volvimos a casa, ya un poco tarde.

Puede que la gente a veces nos mirara como si estuviésemos locos, pero la cosa es que no me importó en absoluto. Había tenido un mal día y parecía que iba a ser igual hasta que acabara cuando llegaron mis amigos y consiguieron darle la vuelta a una tarde gris, que era justo lo que necesitaba. A veces nos ocurren cosas que pueden ser buenas o malas y nunca se sabe cuándo puede pasar, pero la cuestión es que siempre pasa, es algo que no se puede evitar, y a lo largo de nuestras vidas nos veremos forzados a darnos cuenta más de una vez, pero no por ello hay que desanimarse. Hay que pensar que igual que sin las cosas buenas no existen las malas, sin las malas no existen las buenas y una situación que puede parecer ser horrible, de repente se te puede convertir en una de las mejores de tu vida.

lunes, 1 de octubre de 2012

Adiós, con mucho dolor

Bueno señores, me muero, la barriga me ha traicionado, sucumbo por segundos, me gustaria poder dar una despedida bonita pero cuando te estás retorciendo de dolor en un sofá, con ganas de abrirte las tripas y arrancártelas de cuajo durante horas la verdad que es muy dificil, asi que, me ha encantado estar en este mundo blablabla me llevo un gran recuerdo de ustedes y mientras me recuerden a mi no estaré muerto blablabla me duele mucho blablabla la gente que quiero sabe que les quiero y los que no saben que no.

Adiós, con mucho dolor